Definitivamente tengo que inaugurar este espacio contándoles mi experiencia tras vivir todo el proceso de mi embarazo en época de pandemia (COVID-19)
Fue a finales de enero del año 2020 cuando me enteré que un pedacito de cielo venía en camino a complementar mi familia y solo espere un día y medio para compartir la noticia con mi esposo (en otro apartado les contaré como le di la sorpresa).
En ese momento todo era tan normal, teníamos nuestras respectivas rutinas, asistíamos a nuestros trabajos, veíamos a nuestras familias, salíamos a cenar con amigos e incluso planeábamos mil actividades para disfrutar nuestro proceso de embarazados, ah! también muy a lo lejos escuchábamos noticias sobre una gripe contagiosa pero no pasaba nada… estaba muy lejos de México. Nunca imaginamos lo que se venía!
Llegó el mes de Marzo y ya se escuchaba mucho más el tema de ese virus proveniente de China e incluso ya había posibles casos en México. Recuerdo que un viernes salimos de trabajar y estábamos felices porque era un fin de semana largo (puente) y no iríamos a la oficina, sin imaginarnos qué pasaría un año y medio sin seguir asistiendo. (ahora lo extraño tanto)
Al terminar ese fin de semana recibimos indicaciones de nuestros respectivos trabajos, nos pidieron resguardo total por ser personas vulnerables… y si! aquí comenzó todo!
Encierro total que significaba no ver a familia y amigos, usar todo el tiempo y en todo momento cubrebocas, gel antibacterial, guantes y caretas; implicaba no poder asistir a cursos y talleres prenatales que tanto había planeado tener, todo tenía que ser en línea y NO presencial. Adicional comenzaron a restringir accesos en todos lados y yo al ser una embarazada, una persona vulnerable, no podía entrar ni al supermercado.
Y embarazados en pandemia, también implicó no poder experimentar el tradicional baby shower. Tuvimos que conformarnos con hacer una videollamada con aquellas personas que tuvieron el gran detalle de hacernos llegar por amazon regalitos para la baby Naty. Definitivamente no fue lo mismo pero lo que sí les aseguro es que pudimos sentir ese cariño, ese amor que nos tienen aún a la distancia.
Teníamos una salida al mes y esa no fallaba, era obligatoria y eran nuestras citas con el ginecólogo. No imaginan cómo deseaba que llegaran las fechas, creo que hasta contaba los días como si esperará a Santa. Eran mis días perfectos porque iba a ver a mi pulguita (así le llamábamos a Naty cuando estaba en la panza) y por que salia al mundo exterior.
Durante esos meses experimenté de todo, sentí miedo, desesperación, frustración, coraje y había días que lloraba, me dolía mucho no poder llevar esa vida de embarazada que siempre había imaginado en mi mente. Pero aun cuando sentía que todo eso me iba ganando, siempre pensaba y me daba ánimos, sabía que me tenía que cuidar más que los demás porque literal yo valía por dos!
Siento que aproveche muy bien el tiempo y le ofrecí mi mejor cara a mi periodo de gestación, me enfoque mucho en leer, investigar y tomar cursos que me fueran preparando para recibir a Natalia. Descansaba muchísimo porque obviamente evitaba el traslado que antes hacía de casa-oficina oficina-casa, cuide bastante mi alimentación ya que todo era preparado en el momento y planeado perfectamente.
Fueron meses con días buenos y otros no tanto, con días cansados y otros más ligeros pero logramos llegar a septiembre de 2020 cuando Naty ya estaba lista para llegar a complementarnos y aquí estamos los 3 juntos, papá y mamá ya vacunados pero cuidando mucho a nuestro mayor tesoro…